domingo, 18 de mayo de 2008

Manso letargo regala tibieza, la noche llega,
y el sudor del día descansará en la misma cama vieja.
Invadirás mis sueños con manso ademán de mujer.
Te llevaré con los ojos cerrados
por los cuartos que nos vieron crecer.
Y llevarás en tu pecho desnudo
otro nombre, no el que en ti quisieron ver.
El día cansado en mis ojos se posa, llega la noche.
Vuela la mente hacia el lejano país de la memoria.
Se posa en recuerdo de tierras que llevan tu nombre, mujer.
Y tomarás de mi sueño el silencio
y en silencio sabré de tu piel.
Y llevarás en tu pecho desnudo
otro nombre, no el que en ti quisieron ver.
Ven conmigo a quemar tu historia,
los papeles que hablan de lo que pudo ser y no fue.
Cierra los ojos, mañana, si despiertas, me lo harás saber.
Cuando llegue ese día de gloria
que tu sueño sea el mismo en que yo te soñé, me dirás,
con un abrazo, que ya no hay miedo de lo que pueda ser...

La cama vieja, Santiago del Nuevo Extremo.